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Un museo con temple de acero

El ‘Museo del 11-S’, inaugurado en mayo de 2014, se ha convertido en uno de los lugares icónicos de la ciudad de Nueva York, aun cuando algunos todavía no están de acuerdo con su construcción. Sin embargo, para muchos otros, su creación no tiene otro objetivo que el de preservar la historia y homenajear a las víctimas de los dos atentados sufridos en el World Trade Center a lo largo de su historia: el peor, ocurrido el 11 de septiembre de 2001 -que dejó casi 3 mil fallecidos y más de 6 mil heridos- así como el perpetrado el 26 de febrero de 1993 -en el que perecieron 6 personas y hubo aproximadamente mil heridos-.

El museo tiene más de 10 mil objetos y testimonios de supervivientes, fotografías, recuerdos de las víctimas, obras conmemorativas, material recuperado de los escombros y hasta piezas en acero que quedaron intactas luego de la caída de las torres, como varias vigas algunas en las que bomberos y policías grabaron sus mensajes y colgaron banderas, así como una especial, que quedó en pie y tiene forma de cruz.

Entre los objetos más impactantes se incluyen los recuperados en medio de los escombros de aquel día, así como los primeros vehículos en llegar, entre los que se encuentran un camión de bomberos- y videos de los controles de seguridad de los distintos aeropuertos cuando accedieron los terroristas.

El museo, de siete pisos, casi todo bajo tierra, queda en el perímetro donde estaban las torres. Su costo, como el de la plaza que lo circunda, ha sido aproximado a los 700 millones de dólares, recaudados de donaciones y fondos públicos.

Artículo originalmente publicado en Infoacero

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